En el principal hospital de niños de Venezuela muchas de las habitaciones están cerradas, con un cartel escrito a mano colgado en la puerta para explicar el porqué. “Clausurado por falta de agua”, dice el letrero en una de las plantas del hospital J. M. de los Ríos en el centro de Caracas, considerado como centro infantil de referencia en el país sudamericano.
El drama sanitario es considerado por muchos actualmente como una de las principales emergencias de Venezuela después de la falta de alimentos, en un país castigado por una crisis económica y de abastecimiento sin precedentes, y la mayor inflación del mundo.
Poco antes de las elecciones en la que el presidente Nicolás Maduro aspira a ser reelegido para otro mandato de seis años, en otras plantas del hospital J. M. de los Ríos se pueden ver pasillos a oscuras y con filtraciones de agua, y habitaciones sin ventanas por obras de remodelación paralizadas.
La situación del J. M. de los Ríos es dramática, confirma Hunaides Urbina, que trabajó 30 años en el hospital y fue su director en dos ocasiones, por última vez entre 2012 y 2013. “De los equipos de rayos X no funciona ninguno, se está trabajando desde 2013 con un equipo de rayos X portátil”, dice Urbina. “También tenemos déficit del 85 por ciento de medicamentos de todo tipo”.
Y la situación del centro es mejor que la de muchos otros hospitales venezolanos, considera Julio Castro, un infectólogo miembro de la ONG Médicos por la Salud, que elabora desde hace cuatro años una encuesta nacional de hospitales para intentar reflejar la crisis.
“A medida que te alejas de Caracas, peor”, resume Castro y presenta luego algunas de las cifras de la última encuesta de la ONG, elaborada con datos de más de 130 hospitales del país.
“El 79 por ciento de los hospitales no tienen agua en la tubería todo el tiempo. El 53 por ciento de las salas operatorias en el país no funciona”, cita Castro, que traza un panorama sombrío de la crisis sanitaria.
CARACAS, VENEZUELA/Agencias